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En este día del niño es indispensable reflexionar sobre la realidad de la niñez y sobre nuestra responsabilidad de cara a las niñas, niños y adolescentes.
Para comprender la maravilla de la niñez es importante tener una visión integradora, que comprenda al niño como un ser biopsicosocial que está llamado a ser feliz y alcanzar la plenitud en la adultez, y la cual debe a empezar a procurarse ya desde la etapa de desarrollo que vive. Y si bien las niñas y los niños son adultos en potencia, es importante recordar que son niños y se encuentran en etapa de desarrollo, y como tal requieren protección, pues aunque cuentan con la capacidad de goce de todos los derechos, su capacidad de ejercicio no es total, pues su libertad va fortaleciéndose conforme a su desarrollo biopsicosocial.
El derecho a la protección se basa principalmente en su dignidad, la cual se fundamenta en su realidad más esencial, en su ser persona. Y como persona es inteligente, tiene voluntad y es capaz de elegir libremente, es un ser humano en potencia y su libertad debe ser encausada al bien, para que sea feliz.
Por lo tanto, no sólo es sujeto de protección sino de desarrollo, de desarrollo humano, que es progresivo y se gesta con educación y amor, a través de la tarea humanizadora . Dicha tarea es un arte, y creemos firmemente que la familia tiene la gran responsabilidad de llevarla a cabo y procurar este desarrollo, pues su finalidad esencial es la humanización de la persona, de niñas, niños y adolescentes.
Amar a los niños es comprenderlos y esto implica un gran sentido de realidad social para comprender la realidad que viven las niñas y niños; pues esta rebasa nuestra comprensión y amerita la suma de esfuerzos de todos los agentes sociales. Lo anterior refuerza otra convicción que tenemos como institución; que es necesaria una sana gobernanza que les brinde esta protección, asegure su desarrollo y que permita vislumbrar las tareas y límites de acción de cada actor social.
Queremos realmente procurar el desarrollo y protección de la niñez y adolescencia, por tanto, creemos firmemente que esto implica el fortalecimiento de la célula familiar para fortalecer sus fragilidades y su potencial humanizador, evitando reducir sus responsabilidades, pues consideramos el desarrollo de su personalidad se da en la familia, pues en su seno se logra su humanización de personas plenamente libres.
El Instituto de Análisis de Política Familiar tiene como uno de sus ejes centrales de trabajo la niñez y la promoción de política pública que facilite el desarrollo y protección de nuestros niños, y esté enfocada en atender las necesidades reales que ellos tienen, y por otro lado, fortalezcan las instituciones que colaboran indispensablemente en su desarrollo y protección, principalmente a la familia, en favor de la niñez y adolescencia de nuestro país.
Lic. María Alejandra González Rosas
Coordinadora de Formación y Capacitación del IAPF
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